La casa, diseñada por Verne Arquitectura y situada en un entorno rural y natural, debía cumplir con exigencias muy específicas: integración estética con la arquitectura tradicional, orientación y comportamiento energético propios de una Passive House, y diálogo visual con el monte San Donato. Para responder a estas demandas, la elección de una estructura de madera contralaminada (CLT) fue clave.
La construcción en CLT permitió una solución ligera, precisa y altamente eficiente desde el punto de vista energético. Pero su aportación va mucho más allá. A nivel espacial, el entramado estructural genera un interior lleno de matices. Juegos de alturas, dobles espacios y huecos conectados hacen visible cómo la estructura participa activamente en la configuración del volumen.
Mientras que el exterior de la vivienda se presenta como una pieza blanca, sobria y abstracta, el interior revela la calidez del abeto visto. Esta madera no se oculta: se muestra en paredes, techos y encuentros cuidadosamente diseñados, generando una atmósfera envolvente, serena y a la vez viva. El contraste entre el perímetro blanco y la estructura vista refuerza la sensación de que el habitante entra dentro de un gran mueble de madera, cuidadosamente tallado.
Este proyecto es un ejemplo de cómo la madera no solo cumple un rol estructural, sino que también define la identidad del espacio. En Madergia entendemos la madera no solo como un material constructivo, sino como una forma de vida.